DIFERENCIAS ENTRE HAMBRE FÍSICA Y HAMBRE EMOCIONAL: COMER SIN NECESIDAD PASA FACTURA.

El hambre es un instinto de todos los animales, incluyendo al ser humano. Es una necesidad de primer rango que nos empuja a orientar nuestras acciones hacia la consecución de un objetivo muy simple: buscar y consumir alimentos. Pero, ¿podemos comer sin tener hambre realmente, aunque sientas que sí la tienes? Puede sonar extraño, pero esto sí puede pasar: nuestras costumbres alimenticias no solo se basan en las necesidades objetivas del cuerpo, sino también en nuestras creencias acerca de la cantidad que es normal consumir cada día y lo que no lo es. En este artículo hablaremos de ese curioso fenómeno por el cual somos capaces de crear la necesidad de comer automáticamente y sin que el estómago nos lo exija. Es lo que se conoce como hambre emocional.

HAMBRE EMOCIONAL: QUÉ ES Y QUÉ SE PUEDE HACER PARA COMBATIRLA.

El hambre física o fisiológica, una vez que aparece, tiende a incrementarse gradualmente y puede satisfacerse con cualquier tipo de comida, de manera que se puede elegir una comida saludable sin problemas. Una vez que comes, no necesitas más, ya que experimentas la sensación de saciedad. Por el contrario, el hambre emocional se presenta de manera repentina con deseos de comer un alimento en específico, especialmente comida no saludable; sin embargo, una vez que logras satisfacer el antojo, esa “hambre” aparente no desaparece, pues quieres seguir comiendo. Desde pequeños, consciente o inconscientemente, vamos asociando la comida con las emociones. Por ejemplo, la sensación de seguridad de un bebé al tomar su leche en los brazos de papá o mamá; las recompensas con dulces o comida no saludable por haber obtenido un logro, ya sean buen comportamiento o altas calificaciones. Incluso, existe una frase popular que dice: “las penas con pan, son menos”, de manera que aprendemos que la tristeza, el abandono, el resentimiento, entre otras, se reducen con comer. En situaciones de tristeza o felicidad, la comida puede activar reacciones en el cerebro que son placenteras. Un ejemplo de esto son los chocolates, que desencadenan un compuesto llamado feniletilamina, la cual genera un estado de bienestar; además, el chocolate libera endorfinas y serotonina, por lo que es considerado un antidepresivo natural.