En el para qué como la palabra lo indica se expresa una finalidad, es decir que persigue un fin, mientras que en el por qué no encontramos solo con motivos. La finalidad implica ir más allá de los motivos del padecer, sino un qué hacer con este, poder reestablecer el bienestar en el paciente y acabar con las limitaciones que ocupan su existencia. Pedir ayuda no es fácil, en ocasiones la toma de consciencia de la necesidad de un profesional es un proceso que requiere tiempo. En el transcurrir de tiempo la persona intenta infinidad de soluciones plausibles de llevar a cabo respecto de su padecer. Entonces, ¿Cuándo consultar? cuando ese padecer se torna insoportable produciendo limitaciones en la vida cotidiana, afectando las diversas esferas del sujeto (trabajo, vida personal, entre otras). En ocasiones aceptar que no se puede solo, cuesta, pero es un indicador de cambio. En el momento en que decides iniciar un tratamiento terapéutico, este se transforma en una inversión para tu vida, donde por medio de nuevas experiencias obtengas un abanico de posibilidades respecto de como actuar frente a una misma situación.